Soy una zampabollos. Una tragaldabas. Ya sé que lo sabéis, y si no, un vistazo rápido a mi cuenta de Pinterest os saca de dudas. Me encanta comer. Me encanta la comida. Me encanta cocinar. De viajar, una de las cosas que más me gustan es descubrir qué comen en otros lugares del mundo. Me gusta el chocolate, me encantan los pasteles, me parece que a veces la mejor manera de demostrar cariño es con una comida casera o una bolsa de galletas. En fin, que llevo lo del placer de comer en el ADN, no lo puedo evitar.
PERO, como sabéis, porque hace meses que lo repito aquí y allá en todas las entradas, mis redondeces empezaban a preocuparme. A ver, pongamos las cosas en perspectiva antes. Yo no soy delgada ni lo voy a ser nunca. Y tampoco quiero serlo, porque seguramente eso significaría renunciar a mucha comida y si sopeso las dos cosas, prefiero mis michelines. Pero sí que es verdad que últimamente me costaba subir la cremallera de los vaqueros o abrocharme los botones de alguna blusa. Y palo vestido no, pero universo en expansión, tampoco.
Así que fui a ver a mi doctora, le comenté que a lo mejor últimamente me había engordado un poco y que "quería" hacer dieta. Y mi doctora, que también es dietista (qué feliz coincidencia) me preparó un programa para aprender a comer bien.
Me pasó la lista de alimentos prohibidos para la primera fase (de un mes) y me dio un librito con ejemplos de menús para dos meses.
Cuando abrí el librito y empecé a leer los platos se me cayó el alma a los pies. Porque para alguien a quien le encanta comer no hay nada más triste que leer: "carne X a la plancha y verdura Y hervida".
En ese momento me falló la fe y estuve a punto de dejarlo sin empezar. Porque la doctora me plantea un plan a largo plazo para perder bien el peso y aprender a comer y todo eso, así que sé que van a ser varios meses... y sinceramente, yo soy incapaz de estar varios meses comiendo verduras hervidas y carne y pescado a la plancha.
Pero llegué a casa y pensé. Pensé mucho. Muchísimo. Y decidí una cosa: si estoy haciendo esto por mi cuerpo, para encontrarme mejor, para darme lo que necesito y nada más... digo yo que tendré que mimarme por todo lo alto y darme lo mejor de lo mejor, ¿no? Porque al final, cuando uno hace dieta o come sano, tendría que disfrutar de ello y no agobiarse pensando en una hamburguesa con patatas fritas. ¿O no?
Así que se acabó. Señoras y señores, he decidido empezar La gran D, una recopilación de recetas ricas y aptas para dietosos como yours truly. Vale ya de ensaladas y pechuga de pollo, vamos a buscar guisos, parrilladas, tortillas y otros platos que además de tener pocas calorías estén buenísimos. Como la pizza de coliflor que me hice ayer y que acabó comiendo TODA la familia, chupándose los dedos y pidiendo hacer dieta también.
Que estar a dieta no significa (o no debería significar) morirse uno de tristeza mirando una lechuga marchita y un tomate solitario. Con los mil ingredientes que sí podemos comer los dietosos seguro que nos podemos hacer un montón de cosas ricas.
No sé si hay algún otro dietoso preparándose para la gran bouffe navideña, pero si lo hay, me encantaría que esto fuese un esfuerzo colectivo... Venga, animaos y publicad alguna receta light para que entre todos tengamos un buen fondo de platos entre los que escoger, no solo cuando estamos a dieta, ojo...
Así que os he hecho un botoncillo para que incluyáis vuestras recetas si os apetece y las enlacéis aquí, donde pondré una lista resumen de platos, a ser posible con fotos, a ver si me apaño...

Venga, va, dietosos del mundo, vamos a petarlo. Que nos envidien por una vez esos del "metabolismo lento"...