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Channel: Tres pompones
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DIY Show

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Se me van acumulando los nervios a medida que se acerca el viernes con su entrega de premios :^) Tengo ganas de que llegue, porque nos vamos a divertir mucho, y de que pase, porque voy a descansar como una bendita, pero hasta entonces soy un saco de nervios que no da pie con bola e intenta llegar a todo para no hacer demasiado bien nada.

Así que perdonadme si no escribo con mucha coherencia, pensad que mi cerebro ahora mismo está al borde de la implosión y que las conexiones neuronales no dan para más.


Pero no quiero que pasen demasiados días sin hablaros del DIY Show. Fue este fin de semana pasado en Madrid (nada menos que en el Bernabéu!) y como yo tenía trabajo en la capi, aproveché para quedarme un día más y pasarme el viernes por allí.


Voy a empezar por partes... creo que en algún momento vamos a tener que ordenar un poco el sector y escoger mejor los términos :^) Mis expectativas eran totalmente diferentes a lo que luego me encontré allí. Pensaba que sobre todo iba a encontrar material para DIY, entendido además, como un concepto amplio (porque el DIY se puede aplicar a miles de cosas en la vida y eso es lo que me parece particularmente interesante). Así que me decepcionó un poco descubrir que en general se trataba de empresas artesanales con productos acabados.


Se me pasó rápido, eso sí, porque lo cierto es que había cosas preciosas y muy bien hechas, gente muy maja que te contaba su proyecto entusiasmada (y eso siempre transmite buen rollo) y un ambiente muy agradable.


Creo que lo importante es que se empieza a notar un cambio general en nuestros hábitos de consumo y en nuestros gustos. Nos estamos europeizando y nos gustan las cosas que ha hecho alguien con quien podemos hablar y nos apetece probar a hacer cosas nosotros mismos. Y eso, a mí personalmente, me parece una noticia estupenda.

Enamorada estoy de La fábrica de texturas y de sus preciosas cajitas

Además había un montón de chicos. Muchos chicos, de verdad, con sus tiendas y también paseando y comprando.

No sé cómo sería el sábado y el domingo, pero el viernes por la mañana, acabado de abrir, ya había muchos rincones a tope de gente que miraba, toqueteaba y preguntaba. Me comí una madalena hipercalórica pero muy rica y como no podía ser de otra manera, desembolsé algo de dinero para comprarme el último número del Costurero, algún ovillo de Natura y unas cintas. Pero en general me controlé bastante bien ;^)


Lo más divertido de todo fue ver las salas de los talleres... improvisadas en los palcos del Real Madrid! Desde una ventanita pude ver el campo en sí y constatar que el Camp Nou es muuuuucho más bonito...

Fui paseando tranquilamente desde Atocha hasta el Bernabéu (Madrid es enorme, tardé una hora y cuarto!!) y descubrí algunos rincones y algunos edificios... Sigo alimentando mi historia de amor con la urbe. Y cuando salí del campo, volví a Atocha y me zampé un bocadillo de calamares a vuestra salud antes de coger el AVE de vuelta.

Xènia

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El viernes nos dejó Xènia. Se marchó con su sonrisa invencible, en uno de los momentos más felices de su vida, en paz con todo el mundo, querida como nunca. Como se merecía, porque siempre fue un rayo de luz en la vida de todos los que tuvimos la suerte de conocerla.

Xènia es una de las mejores amigas que he tenido en mi vida. Lo sigue siendo, porque el corazón me duele tantísimo que eso solo puede significar que la sigo queriendo y que lo voy a hacer toda mi vida. Desde el momento que apareció, lo cambió todo. Me contagió su creatividad y me maravilló con su generosidad y su buen humor. Nada podía con ella, porque ella podía con todo.

De algún modo era casi como mi alma gemela. Nos gustaban las mismas cosas, nos reíamos de lo mismo, ideábamos libros y películas de zombis y extraterrestres, debatíamos durante horas sobre superhéroes y sobre qué actor asiático de artes marciales estaba más bueno (sí, las dos estábamos de acuerdo: Jet Li). Hacíamos ganchillo, imaginábamos negocios, nos íbamos de compras y nos chiflaban los mismos modelitos. Me echaba una mano con las fiestas pomponiles, hablábamos por teléfono durante horas, criticábamos sin pudor cualquier cosa cuando teníamos un día de esos en los que no te apetece nada más que cotillear. Estábamos de acuerdo en casi todo y a veces no teníamos ni que hablar para saber lo que pensaba la otra.

Cuando se puso enferma, supimos que se iba a recuperar. No lo dudamos ni un minuto. Luchó todo lo que podía luchar y se rió de su enfermedad porque no quería que una enfermedad le quitara la sonrisa. No se la quitó. Porque incluso cuando ya no pudo luchar más, cuando ya estaba tan cansada que se dejó llevar, sonrió. Sonrió y nos dijo a todos que nos quería. Sonrió e iluminó la habitación, la ciudad, el país y el mundo. Sonrió y aunque todos los demás lloramos, sonreímos también. Porque cuando has conocido a alguien tan extraordinario, tan bueno, tan optimista, tan generoso, tan divertido y tan inteligente, no puedes dejar de sonreír. Eres mejor persona y aunque tengas dentro un dolor tan grande que parece que no puedes abarcarlo, sonríes. Y vuelves a sonreír porque has tenido el privilegio de compartir parte de su camino, y tu camino ya no volverá a ser el mismo: las flores serán más brillantes y el cielo más azul.

No sé cómo va a ser mi vida ahora que ya no la tengo al otro lado del teléfono (aunque siempre, siempre, la tendré dentro de mí) o a unos minutos en coche o en tren. Pero sí sé cómo habría sido mi vida si hace tantos años no hubiese decidido asistir a la comida de traductores en la que la conocí. Y me alegro muchísimo de haber tomado la decisión de comerme una paella con un montón de colegas, porque esa decisión aparentemente tonta me ha convertido en una persona infinitamente más feliz, aunque hoy esté infinitamente más triste.

T'estimo, truja, i sempre t'estimaré. Sempre seràs la meva germana.

Sigo aquí. Cesta de vaqueros aprovechados.

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Sigo aquí. Y antes que nada os quiero dar las gracias a todos. Gracias por las llamadas, los mensajes, los comentarios, los correos y hasta los whatsapp. Gracias a los de siempre y gracias a los nuevos. Me he sentido muy arropada estos días. Muchas, muchas gracias.

He necesitado unos días de desconexión y la verdad es que luego no sabía cómo volver a engancharme ni por dónde empezar. Pero tengo mil cosas que contaros y aunque empecemos despacito, para volver a coger el ritmo y la necesidad de escribir, os voy a ir poniendo al día porque han ido pasando muchas cosas y han empezado muchos proyectos que me hacen ilusión.


Pero hoy una dosis pequeña, que todavía me estoy resituando. He hecho esta cesta aprovechando las piernas de unos vaqueros viejos. La idea es de Betz White y hace mucho tiempo que quería probarla. De hecho, hace como un año que compré la cinta con pompones para hacer una cesta de estas...


Encontráis las instrucciones muy bien detalladas aquí. Hay muchas fotos y no tiene mucho misterio, pero si necesitáis cualquier aclaración, ayuda o traducción, ya lo sabéis, me escribís y os echo una mano.

Hala, hoy post cortito para ejercitar los dedos... pero muy prontito, más. Besos a todos.

Actividades de verano

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La semana pasada los pompones se fueron a la montaña con su abuela. La idea era que yo trabajara hasta pelarme los ojos para que esta semana, que ya los tengo aquí, pudiera dedicarme a ellos, salir, ir a la piscina, a jugar al parque, al cine...

La realidad es que sigo teniendo trabajo, tengo dos pompones tomando antibiótico a diario y el calor mortal de estos días nos deja tan aplatanados que nos cuesta movernos del sofá. Ole tú. Ole las planificaciones cuidadosas que se hace uno.

Pero bueno, a las adversidades, buena cara o la mejor cara que pueda uno ponerles, que a veces solo nos sale una mueca torcida con la boca mientras por dentro nos acordamos de toda su parentela.

Aunque estamos haciendo más reposo del que nos gustaría, seguimos con ganas de hacer cosas y prueba de ello es nuestra nueva lista de actividades para este año. Si el año pasado las colgamos de la pared para que todo el que entrase a casa las viese, este año hemos optado por esta estupendísima idea que hemos sacado del blog de Elsie Marley.


Básicamente consiste en una libreta donde los pompones han apuntado todas las cosas que quieren hacer este verano, una por página. Debajo han puesto un círculo (o triángulo o cuadrado o una casa) para que podamos sellar las actividades terminadas.


En un primer momento pensé en hacer las libretas yo misma, pero encontré estas de papel reciclado muy baratitas y decidí simplificarme la vida, que viene siendo mi mantra últimamente...

Hice mil fotos del proceso de decoración con washis y bolis de gel. Mil. De verdad. Casi literalmente. Lo malo fue que las hice sin tarjeta en la cámara. No me preguntéis cómo pudo pasar, pero pasó. Hay toda una escapada a Francia documentada únicamente en mi retina con medio millón de fotos que saqué preocupandome por todo (apertura, iso, velocidad) pero sin tarjeta. Así que os tendréis que conformar con el resultado y con algunas fotos de los pompones apuntando ideas.



¿Qué queremos hacer este año? Preparaos porque los pompones cada vez tienen más ideas...

  • Hacer una guerra de globos de agua
  • Ir al cine
  • Ir al zoo
  • Ir a un parque de atracciones
  • Ir al circo
  • Ir a un concierto
  • Montar una discoteca en casa
  • Hacer un picnic
  • Hacer un día de experimentos
  • Ir a jugar a los bolos
  • Hacer limonada
  • Hacer una guerra de pistolas de agua
  • Bañarse en la piscina
  • Hacer polos
  • Hacer barcos de papel
  • Ir a ver un partido de baloncesto
  • Hacer una búsqueda del tesoro
  • Jugar a palas
  • Ir a la playa
  • Ir a tomar un helado
  • Ir a buscar moras y frambuesas
  • Hacer una macedonia
  • Hacer una barbacoa con mazorcas de maíz
  • Hacer una guerra de pintura
  • Pintar con tizas en la calle
  • Hacer bombas de semillas
  • Buscar un parque nuevo
  • Hacer gominolas
  • Escribir cartas a los amigos
  • Hacer una cabaña
  • Hacer pompas
  • Hacer una noche de cine
  • Comer algodón de azúcar
  • Cazar renacuajos
  • Jugar a la Play ¬¬
  • Hacer una tarde de juegos de mesa
  • Hacer una fiesta de pijamas
¿Qué os parece? Sí, yo ya estoy agotada...

Espero que vosotros también tengáis una larga lista de cosas para hacer este verano... ¡y que las cumpláis todas!

Ya tenemos Instagram

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Sí :^) Y no podría ser más feliz, madre mía, qué manera tan tonta de perder el tiempo...

Me encanta Instagram, me encanta. Y eso que al principio tenía dudas porque no me gustaban mucho sus condiciones de uso. Pero es adictivo. Me chifla.


No he sido una fotógrafa prolífica por el momento, pero alguna foto encontráis... Me podéis buscar por trespompones en un alarde de originalidad brutal.


Espero que nos veamos allí también...

En Ganchitos!

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Hoy está siendo un día de esos chulos, chulos, chulos.

Y lo he empezado con la noticia de que he ganado el concurso de relatos de Ganchitos :^) Que es un placer y un honor a partes iguales y que me ha subido un montón la moral!

Por otro lado, he acabado por fin mi maratón laboral y aunque todavía no empiezo vacaciones sí que aspiro a empezar unas semanas más tranquilas con los pompones de vuelta en casa y con un montón de proyectos para hacer con ellos, como un concurso que "la biblioteca" les ha montado y del que ya os daré todos los detalles...

Pues nada, solo era eso, estoy tan contenta que quería compartirlo con vosotros.

Kids Clothes Week

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La verdad es que siempre que uno planifica algo, sale mal. O no sale. O tiene tanto trabajo que se queda con los ojos pelados enganchados al ordenador mientras la máquina de coser chilla y se queja. O tiene a los niños de colonias y se dedica a hacer todas las comidas del día fuera de casa, a dormir poco, a salir mucho, a ver a amigos que hace tiempo que no ve...

Y normalmente el plan era algo guay, como la Kids Clothes Week. Y uno se había gastado una cantidad indecente de dinero en tela para pantalones, camisetas y vestidos. Y en un par de patrones.

Que conste que a mí me lo han contado.

Pero entre tanto estrés y tanta buena vida, y entre bocado y bocado de los tres kilos que he engordado no entiendo muy bien cómo, he podido hacer unos pantalones. En realidad dos, porque he hecho unos para la pompona y otros para Leire, porque las dos se quieren y se adoran y la peque imita a la mayor y a la mayor le encanta ser el objeto de admiración de la peque.


Estoy MUY orgullosa, porque el patrón lo saqué yo a partir de unos pantalones que una de las abuelas pomponas nos había regalado. Vale, bueno, quizás debería admitir que antes hice una prueba totalmente "no ponible" con forma de herradura de caballo y tan ajustada en la parte inferior de las piernas que no eran ni pitillo, eran directamente palillo. Y en casa nadie podría describirse como palillo. ¿Cómo son los pompones, al fin y al cabo? Pues eso, redondos, esféricos...

Pero bueno, finalmente, tras pelearme un poco con el patrón y decidir que a partir de ahora TODOS mis patrones los voy a hacer en tela porque el papel de seda y yo tenemos una relación un tanto tormentosa, conseguí hacer una cosa que a mí me parece gloriosa. Gloriosa porque como hay tanta tela, es tan grande y tiene tanta caída, no podéis ver ninguna de las grandes meteduras de pata que hice, ninguna de las costuras torcidas, ninguno de los pegotes de hilo. Ni podéis ver mi relación aún más tormentosa con los fruncidos. Con tanta tela solo veis las rayas y los colores y pensáis: "Pero mira qué apañada". Y a mí ya me va bien así.


Eso sí, cuadré todas las líneas. Toditas. Solo hay tres costuras, pero están perfectas, incluso la inferior. ¿A que molo?


La tela es un retal que compramos en La casa del retal, mi nueva tienda favorita de tela, porque tenían tela de sudadera y tela de puños en mil colores. Y una lycra muy chula con la que mi amiga Ainara me va a enseñar a hacerme un bañador. Y me trataron genial. La cintura y los puños de las piernas (¿cómo se dice "puños de las piernas"? ¿tobilleras? ¿puños de los tobillos? ¿pieza del final de los pantalones?) los hice con tela de puños, porque los elásticos y yo también tenemos una relación tormentosa. (Me estoy dando cuenta de que tengo relaciones tormentosas por todas partes. ¿Será culpa mía?)

En fin, en eso prácticamente se ha quedado mi relación con el Kids Clothes Week. Aunque también le he hecho al pompón friki unos pantalones cortos con el patrón de Dana y sus instrucciones para los racer shorts.


Y sí, por si lo estáis pensando y no os atrevéis a decirlo, ya lo digo yo, las fotos son espantosas. Pero es que dejaba al pompón en las colonias y me di cuenta de que no había sacado fotos de ninguna parte del proceso e improvisé con el móvil. Y la verdad es que esto no hay filtro de Instagram que lo arregle.

Y también sí, el pompón es casi del Bayern de Múnich. Es una larga historia que se basa en el espíritu de contraducción del pompón friki (que es del Baskonia, del Chelsea, del Bayern...) y ya os la explicaré otro día, cuando la haya entendido.

El concurso de la biblioteca

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Bueno, hoy ha empezado oficialmente la semana de relax, retiro espiritual, desintoxicación de Coca-Cola y dedicación casi plena a los pompones (casi plena porque seguimos trabajando. Pero relajadamente, eso sí). Y ha coincidido, fíjate tú, con el inicio del concurso de la biblioteca (*guiño).

El año pasado "la biblioteca" ya nos contó que iba a preparar estas actividades y nos ofreció la posibilidad de participar. Esa vez teníamos que escoger un personaje de la literatura juvenil (Mowgli, Robinson Crusoe, Matilda, Moby Dick, Jim Hawkins...) de entre varias propuestas y escribir un cuento con todos ellos. Si pasábamos de fase (y pasamos), durante nuestra semana de retiro espiritual en los Pirineos, la biblioteca nos mandaba puntualmente una actividad diaria relacionada con los personajes escogidos. PERO, el año pasado fue un caos. Las adultas tuvimos un montón de trabajo y no pudimos hacer un seguimiento exhaustivo de las actividades. Por eso no os conté nada y por eso dos o tres de las actividades quedaron a la espera de un momento mejor...

Este año, la biblioteca nos mandó las bases del mismo concurso y nos contó que esta vez había que escoger un personaje de cómic (de entre quince propuestas). Y nuestros cinco frikis (mis tres pompones y los dos fideos de mi amiga Ruth) lo tuvieron claro casi enseguida. El pompón friki escogió Calvin y Hobbes; el fideo friki, Astérix; el pompón peque, Garfield; el fideo peque, Massagran (un personaje de cómic catalán); y la pompona, Mafalda.

Los dibujamos, los enviamos a la biblioteca... ¡y pasamos de fase! Estamos hechos unos artistas...

Y en fin, hoy hemos recibido nuestro primer paquete, enviado directamente desde la biblioteca. También nos han enviado un correo electrónico con instrucciones.


En el paquete había una carta que nos ha enviado el propio Astérix. Nos contaba que los romanos son unos pesados y que él siempre les da un par de bofetadas (aquí ha habido muchas risas) gracias a la poción de Panoramix. Y nos decía que hiciésemos pociones nosotros también.

Así que hemos abierto el paquete y nos hemos encontrado un par de botellas de Coca-Cola Light y un par de paquetes de Mentos. Sobran las palabras, ¿no?




Hemos probado con una botella y luego hemos repartido Coca-Cola en unos cuantos vasos.



Pero la biblioteca también nos proponía otra actividad. Hemos rebuscado en casa y hemos encontrado todo lo que necesitábamos.

Primero hemos activado un poco de levadura seca de panadería con agua tibia. Hemos removido bien hasta disolverla completamente. Y luego le hemos puesto un poco de agua oxigenada...



Lo más divertido era que no paraba de salir espuma. Cuanta más agua oxigenada echábamos, más espuma salía, con burbujas cada vez más grandes.



Y luego ya hemos metido las manos y hemos hecho miles de pruebas.



Así que el primer día prueba superada :^) A ver qué nos tiene preparado la biblioteca para mañana.

Por cierto, no solo de actividades de la biblioteca viven los pompones. Seguimos rellenando nuestro pasaporte de actividades veraniegas, y ya podemos ponerle el sellito a otra. La foto se la dedico a Blanca :^)



Segundo día de concurso de la biblio

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Bueno, hemos superado con nota el segundo día de actividades de la biblio. Esta mañana ya no hemos tardado en encontrar el paquete, el pompón peque se ha acordado enseguida y ha ido a ver si el cartero nos había dejado algo.

Y sí, esta vez la carta era de Mafalda, que nos contaba que a ella le preocupa todo, especialmente las noticias, lo que pasa en el planeta. Nos decía que le gusta tanto nuestro planeta que tenía ganas de hacer una maqueta planetaria y nos animaba a hacerla con ella.

Para hacerla nos enviaban globos, venda de yeso y pinturas fluorescentes. En el paquete también había una bombilla muy especial (creo que la biblio ha leído los comentarios de Lola en este blog).

Lo primero que hemos hecho ha sido inflar los globos (pequeños, de los de agua, han sobrado unos cuantos para hacer una batalla en algún momento). No los hemos inflado mucho, para intentar dejarlos lo más redondos posibles. Si no, en lugar de planetas podemos hacer huevos de dinosaurio (y lo digo completamente en serio).


Les hemos aplicado un par de capas de venda de yeso. Yo creo que los de la biblio la han comprado en Abacus, porque nosotros las compramos allí cuando hicimos la corona de Halloween.

Hemos ido alisando con calma todos los pliegues hasta tener una bolita suave y entonces la hemos dejado secar. La verdad es que la venda de yeso es una GRAN alternativa al papel maché cuando se quiere un resultado rápido. Y la verdad es que la textura queda genial y es fácil de pintar.


Por cierto, yo creo que esto también quedaría genial con unas bolas de porexpán.

Hemos dejado secar las bolas un buen rato (cuanto más, mejor, aunque los pompones estaban tan impacientes que nosotros lo hemos dejado el mínimo indispensable) y luego hemos pasado a pintarlas.


Hemos usado los colores fluorescentes y también unos colores luminiscentes que teníamos en casa.


Y hala, a esperar otra vez.

Hemos aprovechado la espera para cenar, ducharnos y ver una peli con palomitas porque fuera diluviaba.

Y finalmente, hemos hecho la prueba final... Bombilla de luz negra, habitación a oscuras...



Les ha encantado. Y en la oscuridad total hemos visto también brillar la pintura luminiscente y su felicidad ha sido completa. Especialmente cuando han descubierto que yours truly se había manchado la camiseta y brillaba más que nadie.

Segundo día superado.

Y sí, me he dejado la cámara en casa y todas las fotos las estoy sacando con el móvil. Ayer llegué de casualidad a la guía de Instagram de Los planes de Sophie, me bajé un par de Apps y hoy he estado todo el día como niña con zapatos nuevos...



Guerra de agua - Concurso biblio

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Estamos en la mitad de la semana de la biblio. Por el momento, todas las actividades han gustado mucho, mucho y han sido muy adecuadas a las edades pomponiles, así que no hay queja.

La de hoy ha sido particularmente chula, la verdad... Nos ha llegado un paquete grande y plano que no pesaba nada.


Al abrirlo hemos encontrado una cantidad indecente de esponjas de baño rectangulares.


Las instrucciones decían que había que cortarlas en tres tiras verticales. Todas. Sin hacer trampa. Ha habido ayuda maternal. Pero poca.


Cuando ya estaban todas cortadas, había que escoger 4-5 y atarlas con una goma elástica normal y corriente.


Resultado: un pompón de agua.


Hemos colocado cuatro cubos llenos de agua en diferentes rincones de la plaza (AKA patio de juegos) y hala, hemos soltado a las fieras.



Fácil, sencillo, rápido y ha dado para casi dos horas de diversión. De esas actividades perfectas del todo.

Aunque, entre nosotros, estoy convencida de que "la biblio" ha sacado la idea del blog How does she?

Había segunda parte, pero todavía no la hemos hecho... Ya os la contaré!

Galicia

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Hoy vamos a jugar, a reír, a saltar y a hacer manualidades como todos los días. Y los pompones no sabrán por qué sus madres a ratos se quedan con la vista perdida y en silencio. No sabrán que pensamos en esas familias que esta noche no han dormido, en la gente que ha hecho cola para ayudar como sea, en las personas que en este momento luchan por su vida. No sabrán que hoy nos sentimos gallegas.

Hay poco que decir en un momento como este y aunque los ánimos no sirvan de mucho y la impotencia sea grande, desde aquí mucha fuerza a los gallegos. Mucha fuerza y muchas gracias por su ejemplo, por salir a la calle en masa y ayudar. Mucha fuerza y todo nuestro cariño a los que lo están pasando mal. Mucha, mucha fuerza.

Semáforo eléctrico, cuarto día de la biblio

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El cuarto día la biblioteca nos lo puso chungo, pero chungo de verdad. Digamos que acabó siendo una actividad más para las mamis que para los pompones. Aunque a los pompones les interesó a ratos, al fideo mayor, al que más.

La cuestión es que le tocaba el turno a Garfield y por una extraña asociación de ideas, nos pedía que montásemos un semáforo (de dos colores, eso sí). Nos adjuntaba una foto del blog Ikat Bag, que curiosamente es uno de mis favoritos :^) y que seguramente fue la inspiración de esta manualidad.

Nos llegó un paquete con cables, portabombillas, bombillas, pilas y un portapilas para facilitarnos la vida. Y aunque parecía muy fácil, la verdad es que nos costó un montón descubrir cómo unir cada cable a cada pieza. Por ejemplo, para que la bombilla se encendiera había que separar el cable doble y hacer contacto con un cable (el rojo, por ejemplo) en una de las patas y con el otro (el negro) en la pieza central del portabombillas. Pasamos un buen rato haciendo pruebas hasta descubrirlo. Luego nos sentimos muy orgullosos de conseguirlo solos, aunque seguro que vosotros ya lo sabíais y que es vox populi. No nos quitéis la ilusión de ser grandes científicos.


Nosotros añadimos la caja de cereales y unas tapas de plástico que teníamos por aquí. Las forramos con papel rojo y verde que nos había ofrecido también la biblio, e hicimos agujeros del mismo tamaño en la caja.


Luego metimos los portabombillas en el agujerito y lo fijamos con cinta aislante (viva la cinta aislante, mi nuevo material favorito para manualidades. Si la hicieran estampada como el washi, me iba a vivir a una ferretería). Fijamos unos cables en el portabombillas y le hicimos un agujero a la caja por la parte de atrás para pasar los cables. Metimos la pieza de plástico en la caja y pasamos los cables por el agujero. Repetimos para el otro color.


Luego quedó montar el circuito por detrás. Aprovechamos la caja para poner la pila (cuadrada, pequeña) con su portapilas en la parte interior de la caja, con un agujerito para sacar los cables. Creo que queda más fácil resumidillo en esta foto, seguro que lo pilláis enseguida.


Y nada, finalmente funcionó (y todavía funciona!). Solo hace falta unir los cables de los colores respectivos a una pareja u otra de cables. Nos costó un montón, pero la satisfacción de haberlo conseguido es tal... que nos pasamos el día encendiéndolo y apagándolo. Así:


Es mi primer Gif, así que no seáis crueles...

Arco de PVC - última actividad de la biblioteca

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Todo lo bueno se acaba, y el viernes fue el último día de actividades de la biblio. Solo nos quedaba la de Calvin y Hobbes y la verdad es que fue una actividad rápida y chula. Eso sí, hizo falta mucha, mucha práctica para disparar, pero el pompón peque lo pilló enseguida y fue dando consejos a los demás con esa chulería que lo caracteriza...

Lo que recibimos (y no hay foto, lo siento, el viernes fue un día de locos) fueron cinco tuberías de PVC de unos 80 centímetros de largo con una muesca en cada punta, cuerda de plástico, un trozo de espuma que casaba perfectamente con la tubería para hacer la agarradera, unas bridas para fijarla que luego no usamos y un montón de palitos (más gruesos que una brocheta) con diversas piezas de porexpán para hacer las flechas.


Yo creo que la idea de la biblio salió de este post de Skip to my Lou (¿seguirán mi Pinterest en la biblioteca?) que como veis explica perfectamente y paso a paso cómo hay que hacer el arco... De las flechas no dice nada, pero improvisamos y acabamos por darnos cuenta de que es una cuestión de práctica y estilo de tiro, no tiene mucho que ver con la base de las flechas... así que acabamos usando los palitos sin nada más.


Básicamente, pusimos la espuma en el tubo, a media altura, cortamos un trozo de cuerda más corto que la tubería de PVC, le hicimos un nudo en cada punta y la  encajamos con cuidado en la muesca de cada extremo del tubo. Lo reforzamos con cinta aislante y ya está.

Luego solo tuvimos que preparar las flechas y correr por todo el pueblo intentando lanzar.


Por la tarde tuvimos un invitado especial, un pajarillo al que le faltaban un par de plumas en un ala y no podía volar del todo bien... Lo cuidamos, lo alimentamos, lo acariciamos y lo agobiamos hasta que estuvo más fuerte y se fue. Me encantan estas cosas típicas, típicas del verano!


My Misio Reloaded

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Aquí está. Y desmembrado ya es precioso, así que estoy impaciente por unirlo y darle un poco de vida.

Supongo que ya todos sabéis qué es eso del Misio, especialmente si nos seguís en Instagram, donde he publicado las diferentes etapas del proyecto a medida que lo iba haciendo Gemma. Pero para los despistados, os hago un pequeño resumen.

Conocí el blog de Gemma, Wasel Wasel, gracias a Marta. Y me encantó. Más aún cuando Gemma nos contó la historia de Misio, un amigurumi que había diseñado una estudiante japonesa, con el que quería dominar el mundo iniciar un proyecto curioso: que la gente le hiciera fotos en diferentes rincones del mundo para crear una especie de álbum de viaje de Misio.

Como el proyecto de la japonesa había desaparecido de la red, Gemma decidió recuperarlo, hacer su propia versión del muñeco y lanzar un proyecto similar. Y ahí me cautivó totalmente.

En fin, que he estado gancheteando todas las piezas de mi Misio y quiero montarlo ya. Si queréis participar en el proyecto, tenéis toda la información aquí.

Y para acabar, deciros, llena de orgullo, que Gemma ha aceptado mi colaboración en el proyecto como traductora. Estoy todavía en una nube, porque me hace muchísima ilusión participar en algo tan, tan chulo.

Hala, niños, a crochetear Misios (o Minions) y dominar el mundo.

El sacrificio no mola

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Abandonados os tengo, cachis. Perdonadme, pero estamos de cuasi vacaciones, disfrutando unos días de las temperaturas de la capi, jugando con los niños y trabajando. Ehem. Tengo tantas cosas que contaros que creo que tengo tres o cuatro meses de posts listos ya :^) Pero antes me perdonaréis que os aburra con una reflexión.

La verdad es que estado pensando si escribir esto o no, si no sería mejor dedicarme únicamente a colgar actividades y proyectos y ya está, pero ya me conocéis, soy una bocazas y no puedo evitarlo. Y aunque corro el riesgo de que me aticéis un par de boinazos bien dados, me voy a lanzar sin red.

Hace unos días estuvimos en una cena con amigos y acabé hablando con una buena amiga que está pasando un mal momento. Me contó que ha renunciado a muchas cosas y que ha dejado de ser ella misma, agobiada por la cantidad de cosas que tiene que hacer y por el peso de la vida familiar. Lo sorprendente fue que muchas de las otras chicas presentes también se solidarizaron y comentaron su situación personal... compartiendo muchas de las quejas de mi amiga.

Lo peor de todo es que son quejas que he oído a menudo y que para ser sincera, yo misma he lanzado al aire alguna vez. Quejas que parecen legítimas y que son el reflejo de una situación real y dolorosa, que alguna vez he oído resumida como el "síndrome de la súper mujer". Pero no es solo eso, sino también otro síndrome, que voy a llamar "el síndrome del sacrificio" y es esa idea de que las mujeres lo sacrificamos todo.

Os voy a poner un ejemplo... las mujeres de hoy, año 2013, trabajamos, nos ocupamos de la vida familiar, hacemos ejercicio, controlamos la agenda de la casa, somos capaces de hacer cualquier cosa (desde montar un mueble a preparar una cena para 15 personas), vamos a todas las reuniones (sean del cole, de la comunidad de propietarios o del club de atletismo), salimos con nuestras amigas y estamos guapas. Vamos, que la visión actual es la de una mujer de los años cincuenta unida a un hombre. O sea, que se espera que los hombres sigan haciendo lo que hacían antes (básicamente nada o preocuparse de sus cosas) y a las mujeres se nos da permiso para hacer eso (trabajar, salir) pero se nos exige que además hagamos lo que nos pasamos muchas generaciones haciendo. Y se espera, además, que nos guste. Y que si hay otras necesidades, nos sacrifiquemos.

Eso no mola.

No paro de oír que las mujeres nos sacrificamos por nuestros hijos y por nuestras parejas y tonterías similares. Y no en cosas que son auténticos sacrificios, sino en nuestro día a día. Comemos más tarde o de pie en la cocina, nos duchamos a horas intempestivas, nos vamos a dormir más tarde preparando cosas. Y me da mucha, mucha rabia. ¿Por qué? ¿Por qué nuestras necesidades o nuestros gustos tienen que estar en segundo plano en la vida familiar? ¿Por qué se nos pide que nos sacrifiquemos y se alaba ese sacrificio que no sirve de nada, solo para perpetuar una imagen de la mujer servil que no deberíamos tener ningún interés en perpetuar? Cuando tengo la tentación de vivir mi vida como un sacrificio y de inmolarme por el bien de la familia, pienso en la pompona. ¿Es esa la imagen que quiero que tenga de lo que es una mujer? ¿Quiero que tenga límites invisibles que la guíen y le demarquen la vida? ¿Quiero obligarla a tener una vida determinada?

De algún modo nos han inculcado esos valores mediante la cultura, nuestra cultura. En libros y pelis en que las mujeres somos eso, el ancla, la compañera silenciosa que no se ensucia las manos y solo da consejos acertados. La persona que no piensa en sí misma. Y disfrazan ese no pensar en sí misma de generosidad. No es generosidad. No está mal que pensemos en nosotras mismas, en lo que queremos y en lo que no. No es malo saber qué queremos y luchar por ello. No es malo tener deseos y no renunciar a ellos. Es más, si nosotras no pensamos en nosotras mismas, ¿pensáis que alguien lo hará?

Porque esa es la otra cara de la moneda. ¿Quién piensa en nosotras? ¿Un príncipe azul que nos rescata de nuestra vida anodina y se anticipa a nuestros deseos? Eso es lo que nos han vendido. Otra vez nuestra cultura al ataque. Las chicas reciben siempre al final un beso de amor que hace que haya valido la pena cualquier sufrimiento y que las transporta a un nuevo mundo en el que alguien va a cuidar de ellas.

(Y otra cosa apunto aquí... ¿no os parece una presión excesiva también para los hombres? Nosotras no nos preocupamos de nosotras ni de nuestros deseos ni de nuestra vida, pero los hombres tienen que hacerlo... ¿No es muy injusto también para ellos?)

Así que las mujeres solteras y sin hijos, especialmente las que están muy contentas de ser solteras y sin hijos, son outsiders en nuestra cultura popular. Son las raras, da igual lo felices que sean. Se están perdiendo algo, el sacrificio, el ser una mujer completa y perfecta.

Sinceramente, yo no quiero ni necesito que nadie me cuide, ni me salve.Y no quiero ser una mujer perfecta. Quiero tener la vida que me dé la gana. Yo he elegido tener pareja e hijos porque me gusta, me va, pero me parece estupendo que alguien decida no tenerlos. Me parece estupendo que cualquier mujer haga lo que le dé la gana y que tenga posibilidades de hacerlo. Y exijo que las mujeres tengamos todas las opciones y se nos valore por muchas otras cosas que no sean la vida familiar.

Pero volvamos al tema del sacrificio, la renuncia y el llegar a todo... Basta.

Basta, de verdad.

Pensadlo fríamente y si tenéis hijas, pensad en ellas. ¿Mola esa presión? ¿Mola que mi amiga, una chica divertida y graciosa esté hundida en ese pantano de vida familiar y de dejarse de lado ella porque siempre hay cosas más importantes? ¿Mola sentirse culpable cuando una piensa en una misma y en lo que quiere hacer sin tener en cuenta nada más? ¿Mola renunciar a las cosas que nos apasionan para estar al servicio de un ente familiar que nos han vendido y que podría funcionar tranquilamente de otra manera?

Pues no, no mola. Exigir tu tiempo, tu espacio, no es egoísmo, ni falta de cariño hacia los que te rodean, sino todo lo contrario. Quererte y escucharte a ti misma es el primer paso para poder hacerlo extensivo a los demás. Porque si no, quieras o no quieras, vas a estar resentida. Un poco o mucho, pero resentida seguro. Y te va a costar tomarte las necesidades de los demás en serio y no entenderlas como una afrenta personal.

Creo que yo no soy quien para dar consejos, pero sinceramente, tenemos solo una vida y es una pena malgastarla intentando complacer a todo el mundo y dejando de lado lo que te apasiona hacer. Así que yo diría que hay que intentar ser nosotras mismas y disfrutar del tiempo que tenemos, que a veces es más corto de lo que pensamos.

Y está bien echarle la culpa a la cultura y a la sociedad, pero al final, las que más presión nos ponemos somos nosotras. Y nosotras también somos las únicas que podemos escapar de esa presión y darnos permiso para pensar en nosotras antes de pensar en todos los demás. Vamos, que podemos elegir dejar de sacrificarnos y podemos elegir buscar nuestro espacio y escucharnos para saber qué necesitamos. Y podemos empezar ahora mismo.

Y nosotras también somos las peores juezas de nuestro género. Así que practica también con las mujeres de tu alrededor y no las juzgues, dales espacio, deja que sean como les dé la gana, aunque a ti no te mole. No seas criticona. O critica otras cosas (que criticar mola, seamos sinceras).

Relájate y baja las expectativas. Y si no llegas no has llegado. Y si no tienes tiempo y no te has depilado y los niños se han ido a dormir tarde y habéis cenado pizza congelada... ¿pasa algo? ¿Va a estallar la tercera guerra mundial o va a haber un apocalipsis zombi? Si no has hecho un trabajo excelente y no te has sacado de encima todo lo que te querías sacar, y si tu jefe te ha echado una bronca, ¿pasa algo? Quítate presión de encima, no te agobies. Un mal día lo tiene cualquiera. Y nadie llega a todo. Así que delega y relájate.

Y habla. Cuando empezamos a enseñarles a los niños a verbalizar lo que sienten... intenté hacerlo yo también. Y hay que ver cómo cambian las cosas cuando en lugar de mirar al pomelo con ojos asesinos esperando que me adivine el pensamiento le digo lo que me pasa. Muchas veces hasta lo entiende...

Desconectar

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Es cierto, lo he leído mil veces y siempre me da un poco de pereza cuando lo veo, pero cada cierto tiempo va bien una desconexión. Yo confieso que nunca me apaño, porque suelo ir a todas partes con el portátil cual apéndice en una mochila, esperando que lo abra y consulte desde blogs a Pinterest y en algún momento, de pasada, el correo del trabajo :^)

Soy una persona conectada, y para qué vamos a engañarnos, proud of it. Desde que cambié de teléfono y me busqué uno para tontos, lo tengo todo configurado ahí y hago un montón de cosas vía móvil en esperas y ratos muertos, pero también cuando el partido que estamos viendo es aburrido o cuando estamos tumbados en el parque sin hacer nada. Me gusta estar conectada y soy bastante adicta a internet. Ya está, ya he confesado.

Así que durante la semana que estuvimos en Madrid (en Instagram y en Facebook habréis visto las fotos de los churros, de los parques y de los pompones haciendo tonterías) gocé del WiFi del piso de mi madre con el portátil y aproveché al máximo el 3G de mi móvil. Y entonces decidimos irnos unos días al Pirineo francés. En la casita en la que estuvimos no había internet y no activé el roaming de mi móvil, así que tampoco tuve 3G. Reconozco que no podría vivir sin conexión y que en cada visita a Puigcerdà quemé la batería del móvil paseando por las redes sociales y leyendo noticias como una yonki cualquiera. Pero la verdad es que disfruté de esos seis días como no pensaba que disfrutaría.


Y más importante aún, me reencontré con la lectura. Yo, que toda la vida había sido una lectora ávida y compulsiva, desde hace años leo poco por escasez de tiempo y porque, al fin y al cabo, mi trabajo consiste en leer gran parte del día. Si a eso le sumamos la cantidad indecente de blogs que sigo, la verdad es que cuando caigo rendida en la cama, lo último que me pasa por la cabeza es leer. Pero en Francia, con todo el día libre, con los pompones en remojo en la piscina o jugando con los tres millones de amigos que se hicieron... las horas eran largas y lentas y no había gran cosa que hacer. Así que leí. Mucho. Cuatro libros y medio para ser exacta. Compulsivamente again. Sentada en la cama a las dos de la mañana diciéndome que solo iba a leer una página más, recordé qué es lo que tanto me gusta de la lectura, mientras soltaba carcajadas que hacían que el pomelo se revolviera en sueños o se me escapaba alguna lagrimilla en alguna escena conmovedora.

Me reencontré también con Stephen King, uno de mis escritores favoritos de la adolescencia a quien volví el año pasado con esa maravilla que es 22/11/63, un libro MUY recomendable e increíblemente interesante. Recordé por qué me gustaba tanto cuando volví a leer sus descripciones de una época dorada de la cultura estadounidense, llena de referencias, de guiños y de juegos de palabras y significados.

Pero lo más importante y lo más chulo, eso que voy a recordar toda la vida de estos días de desconexión, no va a ser lo que leí yo, sino lo que leyó el pompón friki. Por fin dio el salto y aunque le daba miedo y no lo tenía claro, en esos seis días leyó su primer libro de verdad, nada de Gerónimo Stilton o el Diario de Greg. El pompón friki cogió su primer Harry Potter y lo devoró. Estaba terriblemente enganchado, pero fingía que no, decía que el libro estaba bien pero que no era para tanto. Pero cuando cerró la tapa con el libro terminado, no pudo evitarlo, se le escapó. Soltó enseguida: "¿Dónde está el dos?"

Castillo de cartón

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Sé que voy a decir una perogrullada de esas que digo a veces y sois tan buena gente que no me tenéis en cuenta (¿verdad? ¿VERDAD?). Pero lo cierto es que a veces con muy, muy poco, se puede organizar una actividad divertida y bastante resultona. Sí, eso típico que dicen de que los mejores juguetes son los más sencillos. Pero voy a matizar: yo creo que cajas, piedras, palos y otras cosas similares pueden ser juguetes increíbles y divertidos que te hacen trabajar la imaginación, pero a veces necesitan el complemento de celo, rotuladores, tijeras, hilos y lápices. Porque si lo combinamos todo, salen cosas muy creativas.

Hace unos días teníamos una de esas tardes aburridas que no sabes muy bien cómo llenar y decidimos preparar un castillo de cartón. Hasta ahí la historia no tendría mucho misterio, lo sorprendente fueron todas las ideas que vinieron después.

Pero vayamos por partes: para hacer un castillo de cartón necesitáis cartón, lápiz, goma y regla. Tenéis que hacer cuatro piezas (delantera, trasera y lados). La parte delantera y la parte trasera tienen que tener el mismo ancho, igual que los dos laterales. Y todas las partes adyacentes deben tener la misma altura, es decir, la parte delantera debe tener a un lado la misma altura que uno de los laterales y al otro, la misma altura que el otro. Y lo mismo pasa con la trasera.


Súper pros con sus reglas y sus lápices, aprendiendo a hacer perpendiculares (momento orgullo de madre).

Luego hay que hacer el perfil del castillo, las torres, las puertas, las almenas. Esto ya es a gusto del consumidor y los consumidores pomponiles hicieron una mezcla de torres y paredes eternas. Eso sí, las almenas bien rectas.


Se recorta todo bien recortado, incluidos los huecos de las ventanas y la puerta. No seáis vagos. La puerta principal, si puede ser, levadiza... si no, puede ser corredera, rollo reja, de arriba abajo... O podéis incluso hacer unas puertas abatibles, si vuestro castillo está en una zona pacífica y no hay riesgo de que vengan a intentar conquistarlo...


Pegáis las piezas como queráis, con celo o cola o como sea... yo estrené el celo industrial de Tiger con dibujos de fantasmas, porque era bastante adecuado... ¿Qué castillo que se precie no tiene un fantasma? Eso sí, lo pegué en vertical y debería haber hecho bandas más pequeñas horizontales. Aunque a nadie pareció importarle. Si lo pegáis bien, después podréis plegar el castillo y dejarlo totalmente plano, para guardarlo en cualquier sitio.

Y ahí empezaron las ideas... un no parar. Primero, una princesa dibujada en papel de seda...


...que acabó en la torre más alta del castillo... aunque realmente no parece que esté ni encerrada ni aterrorizada por el dragón...


...que dibujamos con paciencia reciclando unas cajas de cereales.


Pegamos velcro en varias partes del castillo para poder mover nuestras piezas de aquí para allá y poder poner al dragón, los ogros, las balas de los cañones y los mil accesorios más que dibujaron, en diferentes partes del castillo, según el momento del juego. (Atentos a los ladrillos que dibujó el pompón friki en varios puntos del castillo, me parecen geniales.)


Y hala, horas y horas de diversión. A nuestro castillo acabó viniendo una araña gigante que hacía telarañas rosas y lo cubrió todo. El ogro que vino a aprovecharse de las defensas debilitadas no vio que había un cañón que apuntaba directamente hacia él...


Si queréis un montón de ideas de juguetes de cartón, hacedle una visita a LiEr en Ikat Bag. Hay mil proyectos que seguro que os van a encantar.

Rocas de azúcar

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Vuelta a la rutina poco a poco... aunque esta semana todavía va a ser un poco caótica. Pero por suerte (para mí, no sé si ellos estarán muy de acuerdo) los pompones ya empiezan el cole y volveremos a tener horarios para todo. Que los meses de vacaciones están geniales cuando no tienes que hacer nada, pero cuando tienes que hacer cosas y no sabes cómo encajarlas en tu día a día, estás deseando que lleguen otra vez los días rítmicos en los que sabes perfectamente qué toca a qué hora...

Mientras ordeno las penúltimas fotos de este verano (el fin de semana que viene haré las últimas) y preparo listas de cosas para hacer tan largas como un día sin pan, os voy a contar un experimento que hicimos hace un par de semnas con los pompones. Sí, sí, hicimos rock candy o rocas de azúcar.

Era una cosa que veía por todas partes y tenía ganas de probar. En invierno lo intentamos, pero no salió, así que un día que nos sentíamos aventureros decidimos volver a intentarlo y esta vez sí que hubo éxito.

Para hacer vuestras rocas solo necesitáis dos tazas de azúcar, una taza de agua, colorante alimentario, palitos de brochetas, pinzas para la ropa y vasos o botes de cristal.

Lo primero que hay que hacer es disolver el azúcar en el agua. En frío no lo vais a conseguir nunca, así que hay que calentar un buen rato hasta conseguir un almíbar espeso. Pero transparente, ¿eh? No os paséis y lo caramelicéis... Aunque si os pasáis, podéis hacer piruletas dejando caer el caramelo sobre papel encerado y añadiendo las brochetas que teníais para el experimento. Si le ponéis frutos secos encima, mejor todavía.


Me pierdo... Bueno, eso, cuando tengáis vuestro almíbar transparente y espeso, lo repartís en cuatro vasos o botes de cristal y le añadís un par de gotas de colorante alimentario a cada uno. Le podéis añadir una gotita de esencia de algo a vuestro almíbar para que quede más rico, pero no hace falta.

Cuando ya tenéis los botes con el almíbar coloreado, sumergís una brocheta SIN que toque ni el suelo ni las paredes de vuestro bote de cristal. Y la sujetéis con una pinza de la ropa. Tal que así:


Y ahora solo os queda armaros de paciencia y esperar tres o cuatro días. Dejad los botes en un lugar no muy frío y tranquilo, a salvo de movimientos no deseados. Animad a los pompones a mirar cómo va cada día la cristalización del azúcar y explicadles que es una disolución saturada y que el azúcar necesita algún cuerpo al que agarrarse para cristalizar. Podéis incluso dejar un bote sin brocheta para ver qué pasa (sí, cristaliza en el fondo del bote).


Pasados esos días de rigor, sacar vuestro azúcar cristalizado y... ñam. O metedlo en limonada fresca para decorar y endulzar. O en un té ahora que se acerca el otoño. Producidlos en masa con los colores de vuestra próxima fiesta. O montad un torneo con lanzas de azúcar.


Hala, a ver si vuelvo mañana, que el blog también necesita recuperar algún tipo de rutina. Besos!

Cosas que hacer en Madrid

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Bueno, he vuelto de una escapadita a Lisboa con el pomelo, regalo de cumpleaños (fue en mayo, pero planificó para estas fechas) que nos ha servido para recargar pilas y enfrentarnos a los retos de la vuelta al cole más tranquilos. Hemos paseado, he sacado fotos como una loca, y nos hemos dejado los pies, los cuádriceps y un par de litros de sudor en las empinadísimas calles de la ciudad, que es una maravilla: relajada, abierta y agradable.

Ya os contaré cosas sobre Lisboa, pero hoy quiero hacer un pequeño resumen de otra escapada que hicimos en verano y con pompones: unos días en Madrid. Cuando empecé a planificar el viaje, no sabía muy bien qué hacer allí con peques y no encontré mucha información, así que he pensado en haceros un breve resumen de algunas cosas que se pueden hacer por si tenéis pensado escaparos. Si vivís allí y queréis complementar o corregir la información que os doy, adelante, no os cortéis! Nos lo comentáis y luego yo pongo lo que nos hayáis dicho en la entrada, así quien quiera viajar tiene información de primera mano.

¿Preparados?

1. Ir a comer churros. Es un clásico y a los peques les encanta porque les permite... guarrear, para qué vamos a engañarnos. En cualquier sitio de Madrid los hacen ricos, pero yo os voy a dar la dirección de mi favorito, Chocolat, en el barrio de las letras. Tienen también un chocolate frío para los días de calor que parece natillas de chocolate... Mmm... Se me hace la boca agua. No dejéis de hacerles una visita, porque además, lo mejor de todo, es que el trato es genial. Pasan a ofrecerte una cesta de galletas surtidas, te dejan probar de todo... y aunque son del Madrid, tienen un escudo del Barça escondido en un rincón :^) Pedidles que os lo enseñen. Y luego charlad sobre Mourinho... El Chocolat está en la calle Santa María, 30. Cerquita de Motha.


2. Visitar Madrid Río. Está la playa urbana con sus surtidores, que hará las delicias de cualquier pompón un día de calor, pero si vais paseando por Madrid Río, o incluso en bici, os garantizo que habrá mil paradas en los diferentes parques infantiles del recorrido. Hay mil juegos bonitos y divertidos, pero lo que es más importante, distintos. Si lleváis una pelota, ya tenéis plan para todo el día, no querrán marcharse de ahí. Y los más futboleros querrán sacarse una foto frente al Vicente Calderón, que está a mitad de recorrido.



3. Pasear en barca. Las más típicas son las del Retiro, pero a mí me gustan mucho más las de la Casa de Campo, porque hay menos cola y más espacio para remar. Además, en medio del lago de la Casa de Campo hay un surtidor enorme junto al que se puede pasar (y mojarse!) y eso le hace ganar muchos puntos. Las barcas del Retiro son un poco más caras y hay más movimiento, así que hay que maniobrar más (algún choque sufrimos...)


4. Descubrir las estatuas de bronce de la ciudad.¡Hay un montón! Son a tamaño real y están en diferentes puntos (muy paseables) de los barrios de Madrid. Les podéis preparar una lista de diferentes estatuas que encontrar y sacarles una foto con cada una de ellas. Como una especie de búsqueda del tesoro. Nosotros encontramos cinco (un hombre en la calle de la Almudena, una chica en la plaza de San Ildefonso, otra chica en la calle Pez, el barrendero de la plaza Jacinto Benavente y un invidente en la plaza de Las Cortes).


5. Los parques. Desde la plaza de Oriente, hasta el Capricho, pasando por el Retiro y el templo de Debod. En Madrid hay mil parques a los que vale la pena acercarse. Nuestro favorito es el Retiro porque está cerca de la casa que tiene mi madre estos meses en el barrio de las Letras (mamá pomela está en Madrid por trabajo) y porque es enorme y cabe de todo. Un día fuimos con nuestra amiga Lucía, otro día fuimos a correr (la pompona y yo. Y sí, ella corre más.) y otro día nos escapamos a hacer un picnic y a jugar al fútbol. Es un parque popular, en la línea de los grandes parques europeos y nos gusta por eso. El Capricho me gustó, pero me parece un parque más bien adulto, porque no se permite comida ni pelotas ni nada... Es solo para pasear o para tumbarse bajo un árbol. Y mis pompones no son muy buenos para ninguna de las dos cosas.


Hala, ya está. Cinco cosillas que hacer en Madrid. ¿Alguien más tiene alguna pista o algún imperdible madrileño? ¿Otra estatua de bronce? Y no, no vale escribir para decir que me he dejado la relaxing cup of café con leche in the Plaza Mayor ;^)

Fiesta Dragon Ball

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El lunes fue el gran día y mi bebé, mi primera barriga, mi niño mimado... pasó a los dobles dígitos. No es que el tiempo me haya pasado muy rápido (aunque la llegada de los otros dos evidentemente afectó en su día nuestra percepción del tiempo) ni que me sienta estafada por minutos y horas que no sé adónde han ido; he podido disfrutar del pompón friki en todas sus edades, he aprovechado al máximo estos primeros años de relación con él y he ido observando como se ha convertido en un niño/chico interesante, divertido y apasionado (básicamente por la lectura, los cómics, los legos y la tecnología en general). Pero no puedo evitar que se me encoja un poco el corazón al mirarlo y ver que ese bebé que tuve un día ha desaparecido y que se encamina rápidamente hacia su propia vida. Una vida en la que yo ya no seré parte activa, sino mera observadora.

Creo que lo voy a llevar bien, no me malinterpretéis; no necesito ser el centro del universo de mis pompones ni mucho menos, y ya me relamo pensando en la cantidad de tiempo que tendré para mí cuando los pompones entren en la adolescencia y no quieran saber gran cosa de su madre, o cuando pasen la adolescencia y sus compromisos y sus horarios sean eso: suyos. Pero sí que siento un poquito de nostalgia al ver que las cosas cambian muy rápido y que es cierto que somos m/padres durante toda la vida, pero la parte activa de la m/paternidad dura poquitos años en la vida de una persona. Y hay que disfrutarla. Voy a intentar pensar en esto la próxima vez que se estén peleando, gritando y llorando y que tenga ganas de encerrarme en mi habitación y meter la cabeza bajo la almohada. O algo.

Pero bueno, no habéis venido aquí a escuchar como me quejo y divago y me planteo el sentido de la vida. Habéis venido a leer sobre la fiesta, ¿no? Pues venga.

El pompón friki escogió este año Dragon Ball, una serie japonesa de cómics y dibujos que yo ya veía cuando era pequeña. Se lamentó durante un rato por haber hecho la fiesta de Harry Potter hace unos años, porque ya va por el cuarto libro, está enganchadísimo y no los puede dejar y conoce todos los secretos de Hogwarths. Pero bueno, Dragon Ball también le apasiona (y hemos quedado que su próxima fiesta será temática sobre Fred y George Weasley), así que no hubo mucho problema.

Como yo solo vi el principio de la serie, cuando Goku es chiquitín (la mejor parte, debo añadir), nos centramos en eso, en el dragón, las bolas y el Follet Tortuga (creo que en castellano es el Ermitaño Tortuga, pero no lo sé. En casa siempre hemos consumido la serie en catalán).

Así que cuando ya tuvimos a los niños en casa, nos preparamos para el entrenamiento del Follet Tortuga. Nos quería convertir en auténticos luchadores para que pudiésemos enfrentarnos a cualquier peligro en nuestra búsqueda de las bolas de dragón.

Pero antes teníamos que ponernos en forma. Unos estiramientos, unas flexiones... y un circuito que nos montó y que tuvimos que superar rápidamente. Muchos saltos, muchas risas y mucha competitividad...



Cuando ya habíamos entrado en calor llegó el momento de la lucha. Yo tenía pensado hacer lucha con los brazos cubiertos por esterillas de cámping, pero mi hermano (alias Follet Tortuga) había visto otro tipo de lucha mucho menos agresiva y bastante divertida: dibujamos dos cuadrados en el suelo, con poquita separación, y cada uno de los luchadores se puso dentro de uno. Se dieron una mano y cada uno tenía que intentar sacar al otro de su cuadrado sin salir. Cuestión de fuerza, claro, pero también de maña y la pompona se apañó perfectamente :^)



El Follet Tortuga nos dio su aprobación y nos pudimos hacer una insignia como la que lleva Goku en su traje. Con el kanji de tortuga. Hubo quien prefirió algún otro kanji y hubo quien quiso poner otras cosas y practicó hiragana. Fue genial verlos imitar los trazos una y otra vez sobre el papel para luego plasmarlos sobre las insignias, que se colgaron rápidamente de la camiseta.



Y como ya sabéis que yo si no coso algo para las fiestas de cumpleaños no soy nadie, preparé unas bolsas para que cada uno se preparase su propia bola de dragón. Hice las bolsas con forro polar, exactamente igual que para la fiesta de Mario (tenéis instrucciones). La idea era pegar IronFix y pulverizar lejía para que las bolas quedasen ligeramente más claras. Pero, aunque la chica que me vendió el forro polar me juró que sí, el forro polar no se destiñe con lejía. Que lo sepáis. Así que tuve que idear otra cosa y acabamos pintando las bolas.


Primero marcamos un círculo con un bol en un trozo de IronFix. Después lo cortamos y lo pusimos sobre nuestra bolsa. En el centro pusimos pegatinas de estrella, tantas como quisiera cada luchador. Y luego pintamos sobre las estrellas y alrededor del círculo, para marcar la bola. Dejamos secar un rato y sacamos las pegatinas.




Hicimos una pausa para comer. Hubo una comida japonesa al estilo de Goku, preparé pollo macerado y rebozado (karaage), sushi, boles de arroz para cada pompón, onigiris de atún en lata... y hubo, como siempre, Coca-Cola con helado de vainilla, un clásico favorito de nuestras fiestas. Cada niño tenía sus palillos fáciles, de esos que funcionan como pinzas.


Después de comer hicimos Kame-Hame. Es una técnica de Dragon Ball particularmente atractiva para cualquier fan :^) Para hacerlos, le dimos a cada niño un inflador y un globo alargado azul. Se trataba de inflar el globo sin parar hasta que explotara. Y el primero que conseguía explotar el globo, había realizado un kame-hame perfecto. Creo que esto fue lo que más les gustó... no paraban de inflar y explotar globos y se morían de la risa...


Como ya habíamos aprendido todas las técnicas y estábamos más que preparados, solo nos quedaba una cosa: encontrar las siete bolas de dragón escondidas. Tuve la suerte de que la papelería que hay delante de mi casa tuviera estas bolas de resina que dan totalmente el pego...


¿Sabéis que pasa cuando se juntan las siete bolas? Pues que se le puede pedir un deseo al dragón Sheron, que en casa tiene forma de gato :^) Y también se puede pedir un deseo con esta última bola de dragón:


No quedaron ni las migas. Y para terminar, otro clásico de nuestras fiestas y el momento siempre más esperado... La tienda de chuches...


Cuanto mayores se hacen los niños más me cuesta organizar el tema de las fiestas, pero por otro lado, más fácil es contar con su colaboración y sus ideas, que muchas veces son impagables :^) Ahora tengo medio año para ir pensando en la de los pompones peques: científicos locos... ¿Alguna idea?
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